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    La capacidad creativa es uno de los rasgos más valorados en el mundo actual. Se relaciona con la innovación, la solución de problemas, la expresión artística y, en general, con la posibilidad de ver el mundo desde nuevas perspectivas. Pero, ¿qué es realmente la creatividad y cómo se genera? Para entenderla mejor, es importante conocer sus fundamentos, tanto biológicos como psicológicos.

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    Las bases biológicas de la capacidad creativa

    Aunque durante mucho tiempo la creatividad fue vista como una cualidad abstracta o incluso mística, hoy sabemos que tiene una base cerebral bien definida. La neurociencia ha demostrado que la creatividad no está ubicada en una sola parte del cerebro, sino que implica la interacción de varias regiones y redes neuronales.

    Uno de los elementos clave en este proceso es el funcionamiento del llamado “modo por defecto” del cerebro, una red neuronal que se activa cuando no estamos enfocados en una tarea específica. Esta red se relaciona con los momentos en los que surgen ideas espontáneas, como cuando estamos caminando, duchándonos o simplemente “desconectados”.

    Además, regiones como el corte prefrontal, asociado al pensamiento lógico, y el hipocampo, vinculado a la memoria, también participan activamente en los procesos creativos. Es esta colaboración entre áreas racionales e intuitivas la que permite generar ideas nuevas a partir de experiencias previas y conexiones inusuales.

    Procesos cognitivos implicados en la creatividad

    Desde una perspectiva cognitiva, la capacidad creativa implica una combinación de procesos mentales complejos. Uno de los más importantes es la asociación libre, es decir, la habilidad de conectar ideas aparentemente no relacionadas para formar algo nuevo.

    También intervienen la memoria de trabajo, que permite mantener y manipular información en el momento, y la flexibilidad cognitiva, que facilita cambiar de perspectiva o plantear alternativas frente a una misma situación.

    Estas funciones, que muchas veces actúan en segundo plano, permiten que una persona pueda imaginar, construir, transformar o reinventar conceptos a partir de lo que ya conoce, generando así respuestas novedosas.

    Una mirada psicológica a la capacidad creativa

    Desde el punto de vista de la psicología, la creatividad se ha estudiado desde diversas teorías. Una de las más conocidas es la teoría del pensamiento divergente y convergente, propuesta por Joy Paul Guilford.

    El pensamiento divergente es aquel que permite generar múltiples soluciones posibles ante un mismo problema. Se relaciona con la imaginación, la fluidez de ideas y la originalidad. Por otro lado, el pensamiento convergente busca la mejor solución posible, centrándose en el análisis y la lógica.

    Ambos tipos de pensamiento son fundamentales para la creatividad. Mientras uno abre caminos, el otro ayuda a elegir cuál seguir. Una persona con alta capacidad creativa sabe combinar estos dos enfoques de forma dinámica.

    Factores internos que influyen en la creatividad

    La capacidad creativa no depende solo del cerebro o de los procesos mentales, también está influida por factores personales como la motivación, la curiosidad, la tolerancia a la ambigüedad y la autoconfianza.

    Una persona motivada internamente, que se siente libre para explorar y sin miedo a equivocarse, tiene más probabilidades de desarrollar su creatividad. Lo mismo ocurre con quienes cultivan la curiosidad, buscan aprender constantemente y se permiten cuestionar lo establecido.

    Además, las emociones juegan un papel importante. Un estado emocional equilibrado o incluso el contacto con ciertas emociones intensas pueden facilitar momentos de inspiración o enfoque profundo.

    La creatividad se entrena

    La capacidad creativa no es un don reservado a unos pocos, sino una habilidad que todos podemos desarrollar. Conociendo cómo funciona nuestro cerebro, qué procesos mentales intervienen y qué actitudes la favorecen, es posible entrenar y expandir nuestra creatividad en cualquier ámbito de la vida.

    Ya sea en el arte, la ciencia, la educación o los negocios, comprender los fundamentos de la capacidad creativa nos permite utilizar este recurso de forma consciente y potenciarlo día a día. Porque crear no es solo imaginar cosas nuevas, sino también aprender a mirar lo cotidiano con ojos distintos.