Es posible que seas de esas personas que está en constante búsqueda de crecer y mejorar para transformar las relaciones con los demás. También, que utilices diversas herramientas de autoconocimiento para saber quién eres realmente y hacia dónde debes ir. Y si no eres una de ellas, pero te gustaría aprender a conocerte mejor, sigue leyendo que te hablaremos del eneagrama. Un sistema de clasificación de la personalidad.
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Índice de contenidos
¿Qué es el eneagrama de la personalidad?
El eneagrama es un método que clasifica la personalidad y se usa mayormente para el autoconocimiento y el desarrollo personal. Es una técnica milenaria pero interpretada, desde el punto de vista de la psicología, por múltiples autores recientes.
Principalmente, se divide en nueve tipos de personalidad, comportamientos, formas de pensar, sentir y hacer. ¿Por qué nueve? Porque son las maneras básicas del comportamiento humano que en este sistema se conocen como eneatipos. Cada eneatipo tiene su proposición básica, su propia manera de ver el mundo, su interpretación de la realidad. Es decir, cada uno ve el mundo con lo que necesita para su supervivencia y satisfacción en la vida. Por ello, se asocian a un patrón correspondiente de atención.
¿De dónde viene el eneagrama?
El eneagrama viene del filósofo George Grudjieff, quien modernizó el concepto en 1915. Sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta de dónde procede y cuándo apareció el círculo de nueve puntar por primera vez. Según la creencia popular, sus raíces se sitúan en la región de Caldea de Babilonia, en la antigua Mesopotamia. Tanto los caldeos como los griegos consideraban que el número 9 era algo divino y lo utilizaban para designar lo absoluto, lo infinito, aquello de lo que todo procede y todo lo contiene.
Por lo que respecta a la psicología de los nueve tipos de personalidad, esta se remonta al siglo IV, por lo menos, en el seno del Imperio Romano. Cuando una serie de pensadores se fueron a vivir al desierto para llevar una vida contemplativa y se percataron de la presencia de ocho deseos compulsivos que los alejaban de su cerebro y los sumergían en la inconsciencia. A partir de esta idea, fueron desarrollando lo que más adelante se conoció como el eneagrama de la personalidad.
Las tríadas del eneagrama
El número 3 es la clave para entender el eneagrama: existen tres tríadas y cada una de ellas contiene tres eneatipos que pueden dividirse en tres subtipos. Más adelante hablaremos de las personalidades del eneagrama: ahora nos toca hablar de las tríadas.
- Tríada de la acción. Esta tríada está formada por los eneatipos 8, 9 y 1, y tienen cierta tendencia a la autonomía y la intuición. Están desconectados de lo que sienten y sus ganas de pasar a la acción le llevan a no pensar demasiado las cosas.
- Tríada racional. Los eneatipos 5, 6 y 7 conforman esta tríada, caracterizada por estar desconectada de su emoción y tener dificultad para contactar con lo que sienten. Tienen una actitud intelectual que suele ir de la mano con una curiosidad fuera de lo común.
- Tríada emocional. Compuesta por los eneatipos 2, 3 y 4, a quienes les mueve la emoción. Tienen siempre presente el sentimiento de amor y suelen moverse por la relación con el otro, especialmente con el amar y ser amados.
¿Cuáles son los nueve eneatipos?
El eneagrama se centra en los tres centros de inteligencia del ser humano; el Centro Mental o del Pensamiento, el Centro Emocional o del Sentimiento y el Centro Visceral o Instintivo. Todas las personas tienen dichos centros, aunque hay una tendencia natural a filtrar más a través de uno de dichos centros. También, a tener más presentes los pensamientos, sentimientos o a pasar a la acción, a partir de lo que pasa a nuestro alrededor.
Los 9 tipos de personalidad o eneatipos son:
- Uno: el reformador
- Dos: el ayudador
- Tres: el triunfador
- Cuatro: el individualista
- Cinco: el investigador
- Seis: el leal
- Siete: el entusiasta
- Ocho: el desafiador
- Nueve: el pacificador
Cada una de estas personalidades tiene, asimismo, las correspondientes 9 heridas del eneagrama.
Uno: El reformador
Quienes se identifican con el eneatipo 1 reconocen que nada es lo suficientemente perfecto. Su herida de nacimiento es la de la imperfección. La actitud crítica y un nivel de autoexigencia por encima de lo normal son dos de los principales rasgos de este eneagrama. ¿Por qué? Esto es debido a que en su infancia percibieron que no eran suficiente, que eran imperfectos, y buscan compensarlo.
Sin embargo, la perfección no existe. Este es el mayor problema al que deben enfrentarse las personas del eneatipo 1. Y, como persiguen algo que no pueden alcanzar, suelen ser presas de la ira y la frustración con excesiva facilidad. Su predilección por las normas, reglas y protocolos no es más que una máscara para ocultar estos sentimientos, los cuales consideran intolerables.
El eneatipo 1 tiene miedo a ser considerado malo. No soporta la idea de que se le vea como una persona mediocre, corrupta, defectuosa o imperfecta, por lo que es más susceptible a las críticas y los juicios de valor. Su reto en terapia es conseguir aceptarse a sí mismo a pesar de las imperfecciones.
Dos: El ayudador
El eneatipo 2 está formado por personas que no se quieren a sí mismas y creen que amarse es un acto egoísta. Priorizan las necesidades de su entorno antes que las suyas y están convencidas de que cuanto más ayude, más recibirá (y más feliz será en consecuencia). Esta creencia se fundamenta en que no creen que sean dignos de amor, por lo que buscan conseguirlo a través de sus actos. La herida de nacimiento del eneatipo 2 es el desamor, entendido como amor familiar, social y de aceptación.
Consideran que las personas a su alrededor dependen de ellos y eso les acerca a la soberbia. Incapaces de reconocer sus propias necesidades, están convencidos de que los demás les necesitan para arreglar sus problemas. Cuando se afronta a un eneatipo 2 en terapia, es importante enseñarles la importancia de atender sus propias necesidades.
Tres: El triunfador
La necesidad de valoración define a esta personalidad del eneagrama. Consideran que si no sobresalen en algo nadie les tendrá en cuenta, así que viven obsesionadas con el éxito y buscan el reconocimiento externo sin pausa, dándole mucha importancia a lo que piensan los demás.
Esta búsqueda constante de validación proviene de la sensación de no ser valiosos durante su infancia, puesto que su herida de nacimiento es la ausencia de valor intrínseco. Son personas, por lo general, presumidas, ambiciosas y competitivas en su búsqueda del éxito. El eneatipo 3 tiene miedo al fracaso y su necesidad de admiración les acerca a la vanidad.
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Cuatro: El individualista
El individualista es una personalidad del eneagrama caracterizada por el egocentrismo. Se creen el centro del mundo y quieren ‘ser descubiertos’. Quienes se identifican con este eneatipo suelen hablar demasiado sobre sus emociones y sentimientos pero, a pesar de ello, nunca terminan de sentirse comprendidos. El egocentrismo que les caracteriza proviene por una herida de nacimiento relacionada con el abandono.
La infancia de este eneagrama está vinculada con una sensación de inferioridad que buscaron compensar con este interés por ser alguien único, diferente y especial, lo que les llevó a compararse y creer que siempre les falta algo para poder ser felices. Esta comparación constante y esta insatisfacción les sitúan muy cerca de la envidia, así como de la tristeza y la melancolía. ¿Su mayor miedo? Ser vulgares, que les consideren normales y corrientes.
Cinco: El investigador
La principal característica del eneatipo 5 es su miedo a relacionarse con los demás. Le incomodan los sentimientos y el contacto físico, se siente abrumado y por ello suele verse a como una persona distante y reservada. Como tiene tendencia a encerrarse en sí mismo, también suele mostrar interés por lo intelectual y racional, e inseguridad sobre su relación con el mundo exterior.
Durante su infancia, las personas que se identifican con el eneatipo 5 se sintieron abrumadas por sus padres, quienes no respetaron su intimidad y su espacio, motivo por el cual se encerraron en sí mismos y se aislaron del exterior. Esto es lo que provoca su miedo a ser ignorantes y no poder vivir en el mundo: su herida de la invasión.
Seis: El leal
La sensación de no poder confiar en uno mismo es lo que define al eneatipo 6. Estas personas tienen tendencia a preguntar a los demás acerca de cómo enfocar su propia vida, pues están sumidas en un estado constante de alerta a causa de su inseguridad. Esto se debe a que relacionan su infancia con la falta de apoyo paterno.
Una característica del eneatipo 6 es que tenían la presión de seguir la ruta marcada por la autoridad pero, al mismo tiempo, solían rebelarse, lo que les causó inseguridad. Por ello, aprendieron que no estaba bien confiar en uno mismo y percibían el exterior como un lugar inseguro. Esta personalidad se define por la cobardía. Sienten mucha ansiedad acerca de situaciones que todavía no han ocurrido porque tienen en su interior la herida de la desconfianza.
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Siete: El entusiasta
Contactar con el vacío existencial es una pesadilla para los entusiastas. Para evitarlo, el eneatipo 7 desarrolló una personalidad alegre y divertida que ejerce de coraza ante el sufrimiento. Suelen ser hiperactivos y hedonistas, y priorizan el placer a corto plazo, lo que les lleva, en muchas ocasiones, a tapar el malestar con adicciones, planes y entretenimiento.
Las personas que se identifican con el eneagrama número 7 suelen relacionar su infancia con la sensación de haber sido desatendidos antes de cuenta, conformando la herida de nacimiento del desamparo. Ante esta situación, recurrieron a juguetes y experiencias que les dieran la sensación de seguridad, llegando a la conclusión de que debían tapar el dolor y la tristeza porque estaba mal sentirlos.
El miedo más grande de este eneatipo es quedarse sin nada, sin su coraza, y sentir el dolor y el sufrimiento. Como les aterra contactar con su vacío interior, ven el mundo como un lugar lleno de opciones para escapar de él. Cuando se les aborda en terapia hay que hacerles entender que pueden ser felices y hacer frente a su dolor al mismo tiempo.
Ocho: El desafiador
El eneatipo 8 vive a la defensiva. Suelen ser personas con tendencia a reaccionar agresivamente cuando se ven amenazados, lo que se explica por su miedo a ser heridos. No soportan la idea de que le controlen o le dominen debido a la sensación de vulnerabilidad interior que tienen. Pero, ¿de dónde viene?
En su infancia, las personas que se identifican con este eneatipo tuvieron que afrontar un gran conflicto que les empujó a la adultez. Se sintieron desprotegidos y vulnerables porque sus padres no se hacían cargo de la situación (o así lo percibieron). Debido a esta herida de la vulnerabilidad, contemplan el mundo como un lugar injusto en el que sobreviven los fuertes y tienen tendencia a la protección no sólo de sí mismos, sino también de aquellos a los que consideran más vulnerables.
Nueve: El pacificador
El noveno eneagrama de la personalidad es incapaz de gestionar el conflicto. Tiene la costumbre de negarse y autoanularse ya que lo único que desea es mantenerse en su zona de confort sin molestar a los otros. Sin personas fácilmente reconocibles por su dificultad a la hora de decir que no, su tendencia a la procrastinación y su pánico al conflicto.
El eneatipo 9 vincula su infancia a un periodo tranquilo y armonioso, y su herida de nacimiento es la desatención. Recuerda que para mantener esta estabilidad debía adoptar una posición de mediador, así que asimiló que su papel en el mundo era no tomar ninguno. Esto les llevó a evitar manifestarse, y su mayor defecto es la pereza, que expresan al afrontar situaciones que les empujan fuera de su zona de confort.
¿Para qué sirve el eneagrama?
El eneagrama conforma un camino de trabajo interior para el crecimiento personal como tantas otras disciplinas hay. Así, se basa en la presencia y la consciencia, en estar despiertos para poder elegir con libertad. También, ayuda a tomar las decisiones más sabias y a obrar en consecuencia. Incluso, ayuda a alcanzar el equilibrio entre lo que sientes, lo que piensas y cómo actúas, una alineación de los tres centros de inteligencia.
Básicamente, te ayuda a entenderte, comprenderte y aceptarte. Y, por ende, a comprender a los demás. Asimismo, ayuda a ser más objetivos y comprensivos, fomentando la compasión y la autocompasión. Además, constituye un sistema anticipado de alerta de la conducta potencialmente dañina. Describe lo positivo y lo negativo, las fortalezas y áreas de mejora de cada eneatipo.
A través de la auto observación puedes empezar a ser consciente de tus propios patrones y cómo se corresponden con un tipo. El eneagrama permite analizar las capas de la personalidad, esa forma de ser que nos mantiene atados y que se va formando a lo largo de la infancia. Permite trabajar estos comportamientos que limitan, desagradan o no dejan volver a tu ser esencial.